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Pasión Literaria...

Hijo De Hombre – Augusto Roa Bastos: Aquel primer contacto…

Todavía parece que fue ayer cuando tuve mi primer toque a fondo con la Literatura del Paraguay. Parece que fue ayer. Estaba en el sexto grado y por mi cumpleaños me regalaron un par de libros, entre ellos el del Premio Cervantes paraguayo, Augusto Roa Bastos, que se llama: «Hijo De Hombre». De hecho, mi aniversario de nacimiento se recuerda cada día del libro, coincidentemente. En aquella época tenia un ritmo de lectura interesante para tener 12 años. Ya me había convertido en un cinéfilo por lo que la forma de ver o entender una obra, ante mis ojos y mi ser, ya se daba de una forma parecida a la de hoy, en cuanto y por en tanto entendía el juego de las imágenes, sean reales o abstractas. Eso me permitió avanzar en la lectura y poder terminar de leer la obra entera ese mismo año sin que nadie me haya obligado. Es un libro que leí tres veces en mi vida y las dos últimas veces solo han servido para confirmar lo que ya en mi más tierna edad vislumbraba, aunque sea someramente: «Hijo de Hombre» es como una película sin imágenes que exponer en una pantalla, pero no por eso menos reales. El lenguaje dinámico y rico en matices de Roa Bastos hacen de esta notable creación, su mejor libro.

El dominio metafórico y simbólico del más famoso de los escritores nacidos en el «corazón» de Sudamérica es tremendo. Enorme. Fresco y sin pérdida de vigencia. Tan actual como las desencarnadas injusticias que aún hoy tenemos que ver y hasta soportar aquellos menos agraciados de la vida. ¿O acaso podríamos negar que la desigualdad social existe? No entraré en redundancias pero sí en precisiones con respecto al magnífico estilo de Roa Bastos que en «Hijo De Hombre» alcanza, para mí, su mejor forma. Es tan poderosa la persuasión lograda que a pesar de ser una obra inclasificable, logra con creces sus objetivos y se deja leer con pasmosa atención y deleite. La prosa es osada. Directa. Indirecta. Variable. Acomodable. Se moldea de una forma inigualable a las distintas historias que aparecen en este precioso trabajo artístico del hombre nacido en Asunción, un 13 de junio de 1917. Su lenguaje es mixto entre el castellano y el guaraní y la narración es fluida como un film de gran ritmo. Cadenciosos en pocos momentos, los justos, los hilos que conducen, unen, desarticulan, gesticulan, pululan y engullen los relatos en un marco teórico histórico incomparable, permiten que «Hijo de Hombre», con lo complicado que es, se convierta igual en un artefacto literario de valía. Es el rastro y rostro innegable del paraguayo que viene soportándose así mismo desde hace siglos y a pesar de las maldades y horrores de la existencia, logra estar presente con sus defectos y virtudes, a su manera, en el mundo.

Esta «Pseudo Novela» tiene ribetes bíblicos desde el título mismo, pasando por una de las citas que el autor utiliza al inicio de la obra y continuando de esa manera hasta el final. No se la puede tildar enteramente como una novela y tampoco como un libro de cuentos. Esa mezcla es dichosa porque ahí se encuentran los matices que uno termina buscando en este libro. Matices que te impulsan a seguir leyendo hasta terminar la lectura, con la búsqueda de las conexiones como objetivo principal. Leyendo con cuidado, se las encuentra. Caso contrario, igual, considerándolo un libro con historias independientes y ciertas leves relaciones, basta y sobra para terminar con un gran estímulo en la mente. «Hijo de Hombre» es compleja, pero por muchos momentos sabrosa. Compleja en el sentido de que una vez que llegas a la mitad del libro te preguntas: ¿Quién es el personaje principal? Pasa que a cada trecho son diversos los personajes que van construyendo la historia que Roa Bastos hilvana con maestría y absoluto dominio de la prosa, una telaraña de la que es consciente de manejar a su antojo, tanto en la historia o en las historias. La claridad narrativa es tan grandiosa por lo simple como por las complicaciones que a veces ejerce en el lector. Y eso se nota. Se deja sentir ya desde la primera lectura y con más razón en las re-lecturas.

Augusto Roa Bastos obtuvo el Premio Cervantes de Literatura en 1989. Fue en la misma temporada en que me dieron «Hijo De Hombre» como regalo de cumpleaños.

Esos pobladores de Itapé, Gaspar Mora y el viejo Macario Francia son al inicio, los primeros personajes que resaltan. La estela de «El Supremo» se deja sentir con menciones hacia su recuerdo en varios pasajes de la obra, con alusiones hasta sórdidas para con el «Karai Guasú», quien seria el personaje principal de la obra «Roabastiana» que lo consagraria definitivamente. «Gringo» es el apodo con el que se lo termina conociendo a ese inmigrante ruso que llegó para con Sapukái en «Madera y Carne», capítulo que se refleja con un estilo riguroso pero conciso en el transcurso de su «microcosmos». En la narración titulada con un nombre de origen bíblico, «Éxodo», donde sobresalen Casiano Jara y su mujer Natividad, se puede ver una de las narraciones más impactantes por lo que cuenta y cómo lo cuenta. Otro de los personajes principales, si uno se fija con detenimiento, es el narrador en muchos trechos de la obra y se llama Miguel Vera. En su diario nos encontramos con lo que pasaba antes y durante la Guerra del Chaco. El estilo de Roa Bastos permite que uno pueda imaginarse en el mismísimo campo de batalla. La polvora se mezcla con la niebla y lo árido envuelve el despiadado entorno. Uno ya no distingue si son los cientos de cadávares que hay alrededor o los sobrevivientes, los que emanan ese hedor a carne podrida que invalida todo vestigio de humanidad. Es el Chaco bestial e implacable. Brillante despliegue técnico narrativo. Sentís sed. El clima seco te avasalla. La garganta se te reseca. Casi se puede oler la sangre. El horror impacta en tu mente y es desgarrador. Los capítulos impares son narrados en primera persona y los pares en tercera. Las riquezas que esconde “Hijo de Hombre” se van descubriendo lenta y pesadamente con todo lo que eso implica en sus efectos para con el lector.

Aquí se deja conocer el Paraguay profundo. El Paraguay sufrido de ayer, hoy y siempre. Ese infortunio enamorado de esta isla rodeada de tierra, es sádico, metódico, implacable e impiadoso. La luz al final del túnel es tan tenue que solo los más optimistas podrían sacarle agua a ese pozo seco de la esperanza paraguaya. Si hay de esta última clase de personas, en hora buena. Lo que hace Roa Bastos carece de subjetividad narrativa. Tiene un peso que lastima y por eso es tan profunda la huella que un libro como este puede llegar a dejar. Los cabos sueltos son intencionados y los hilos narrativos completos o conexos están así por razones poderosas. Estoy escribiendo sobre el que para mí es el mejor trabajo de Augusto Roa Bastos en su faceta descriptiva sobre, por y para los paraguayos.

Esta es una muestra innegable de lo magistral que era el trabajo de todos y cada uno de los que integraron aquel inolvidable e injustamente menospreciado grupo de escritores del «Boom» latinoamericano. ¡Por favor señores! ¡Esos sí que eran maestros de maestros! Con todo respeto hacia las generaciones recientes. Los del «Boom» literario latinoamericano del siglo pasado eran otra cosa. Eran algo extraordinario. Y Augusto Roa Bastos formó parte del mismo por méritos propios y por logros artísticos notables como este «Hijo de Hombre». Una joya de la literatura en castellano que desnuda al paraguayo despedazado y atormentado por las desgracias. Pero así también nos muestra todo el valor y la dignidad de un pueblo que ha sabido reponerse y levantarse de tragedias enormes a lo largo de su historia, con una hidalguía casi mística y sin verso. ¿Querés una dosis de la mejor narrativa latinoamericana? La tendrás con la obra de este hombre que se ha mostrado orgullosamente, a lo largo de su vida, como un digno hijo de su tierra.

Calificación: 9 de 10 (Muy Buena Obra).

Acerca de Javiernez

Periodista. Locutor para Radio y Televisión. Pseudo Operador de Radio. Me gusta escribir (soy lo bastante caradura como para hacerlo en un blog por ejemplo), la literatura, la música, el cine, los deportes y poder recorrer el camino de la felicidad, sorteando sus "baches" como principal objetivo de la vida, aunque no lo consiga siempre. El divague está a la orden del día, aunque no sea lo constante. Sígueme en Twitter: @Javiernez.

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